INTRODUCCIÓN
Los valores en juego
- La pandemia global del Coronavirus ha puesto al mundo frente a la peor crisis desde la Segunda Guerra Mundial. Expresamos nuestra solidaridad ante la enorme pérdida de vidas humanas que viene ocurriendo en todos los países del mundo y nuestra especial preocupación por el impacto en la salud y economía de las poblaciones y comunidades más vulnerables.
- Valoramos la respuesta de los Estados para abordar la emergencia sanitaria poniendo a la ciencia en el centro de las decisiones políticas y promoviendo programas de apoyo económico que protejan a los más vulnerables.
- Esta pandemia es parte de una crisis sistémica más amplia que, junto a la crisis climática y la pérdida de la biodiversidad, resulta de la forma en que la especie humana ha interactuado con la naturaleza.
- Estamos ante una emergencia planetaria que trasciende fronteras nacionales y expone nuestra vulnerabilidad e interdependencia como parte de una misma comunidad global. Por ello, la respuesta exige tanto a nivel internacional como nacional una profunda revisión del contrato social con base en la cooperación, el fortalecimiento de los principios democráticos y el respeto a los límites de la naturaleza.
- A pesar de sus diferencias políticas internas, América Latina comparte elementos culturales, lenguaje, un patrimonio ancestral heredado de sus pueblos originarios y un capital natural que le ofrecen condiciones favorables para desarrollar una estrategia regional de cooperación y superar con mayor eficiencia y eficacia los desafíos presentes y futuros a los que estarán expuestos nuestros países y sociedades.
PLANETARIA
Las causas de la COVID-19, el funcionamiento sistémico del planeta y sus límites En los últimos 30 años hemos aumentado exponencialmente nuestra conectividad global, incrementando la exposición a riesgos sistémicos como lo evidencia esta pandemia y, en el mismo período, hemos comprobado la debilidad de nuestros sistemas de gobernanza. La institucionalidad democrática, republicana, ambiental y de salud en la mayoría de nuestros países se encuentra deteriorada y no cuenta con la infraestructura mínima necesaria para hacer frente a los desafíos de un planeta con más de 7,500 millones de seres humanos afincados principalmente en centros urbanos, casi de espaldas a sus ambientes rurales y naturales. Esta fragilidad institucional expone aún más a los sectores vulnerables, como las comunidades rurales y asentamientos urbanos precarios. La pandemia COVID-19 es de origen zoonótico, asociada a varios factores concurrentes señalados reiteradamente por la comunidad científica como causantes probables de enfermedades, muertes y catástrofes regionales y globales:
La pandemia global llega en un momento en el que se exacerban los nacionalismos, se multiplican las poblaciones desplazadas que migran escapando de la guerra, la violencia y la pobreza, al tiempo que se acrecientan las barreras de aislamiento. La desconfianza en las instituciones multilaterales y la ausencia de liderazgos globales con vocación de cooperar sólo profundizan la crisis de salud poniendo en riesgo la vida de millones de habitantes. Por sobre todas las cosas, el coronavirus devela la interdependencia entre naciones y ecosistemas y la fragilidad a la que está expuesta la comunidad global. Muy probablemente enfrentaremos nuevas pandemias hasta tanto generemos los sistemas de contención capaces de prevenirlas y, en su caso, nos permitan responder rápida y solidariamente como una comunidad global interdependiente. |
Las consecuencias para una región frágil con alta vulnerabilidad y poca capacidad de enfrentar y gestionar crisis sistémicasPor su carácter global similar a la crisis climática, esta crisis sanitaria confirma las profundas relaciones de inequidad existentes en el mundo.
Pertenecemos a sociedades con patrones de producción y consumo insostenibles. La demanda irracional de recursos por parte de una población creciente y la consecuente generación de residuos exceden la capacidad de carga del planeta. En síntesis, somos una población que desconoce o a la que parecen importarle poco los límites del planeta. |
Las lecciones aprendidasa . Esta pandemia global expone y alerta sobre el grado de deterioro al que hemos llevado a nuestro planeta. Nos permite comprender su singularidad en tanto infraestructura natural proveedora de vida, bienes y servicios, valorar sus límites y reconocer la impostergable necesidad de respetar su funcionamiento sistémico. b. En la emergencia, los gobiernos han podido promover y adoptar medidas orientadas a solucionar las cuestiones sanitarias y económicas fundamentales. Este simple hecho demuestra que, cuando existe voluntad política, los Estados y la comunidad global son capaces de emprender cambios estructurales. c. La ciencia se ha visto fuertemente reivindicada en la identificación, gestión y planificación de las soluciones posibles ante la emergencia sanitaria. Al igual que frente al riesgo climático, líderes científicos, políticos y sociales anticiparon este riesgo y sugerían el desarrollo de sistemas globales de rápida acción ante las amenazas para la vida en el planeta y nuestra supervivencia. La pandemia demuestra que gestionar riesgos desconociendo a la ciencia tiene implicancias desastrosas y un alto costo económico y social. Nuevas emergencias globales previamente anunciadas y hoy comprobables, obligan a desarrollar respuestas igualmente globales y coordinadas. d. El cierre abrupto de las actividades económicas, sosteniendo sólo aquellas consideradas “esenciales” para la salud, la provisión de alimentos o la recolección de residuos, revitalizan la reflexión respecto al actual modelo de producción y consumo. Es necesario revisar un modelo económico basado sólo en el crecimiento permanente del Producto Bruto Interno (PBI). e. La pandemia COVID-19 nos obliga a profundizar el debate y a valorizar aquellas empresas y actividades económicas diseñadas con el propósito de responder a los desafíos sociales y ambientales de la actualidad. Necesitamos nuevos modelos de negocio y nuevas maneras de hacer empresa. Optimizar el modelo económico implica renovar el ADN de las empresas para integrar también objetivos ambientales y sociales a sus propósitos y actividades centrales. f. La capacidad de resiliencia de la naturaleza, si le damos la oportunidad, puede mejorar las condiciones ambientales en las ciudades, en especial la calidad del aire a través de la disminución de contaminantes de vida corta, generando un efecto positivo en la salud y la vida de la población. g. La crisis de salud, generada por la COVID-19, está causando la pérdida de cientos de miles de vidas humanas y una paralización abrupta de las actividades económicas que sustentan la vida de nuestros países. Esta disrupción ofrece un aprendizaje respecto de otras amenazas sistémicas destacadas por la ciencia por causa del cambio climático, que ponen en riesgo la existencia de la especie humana y la vida en el planeta. Hoy, más que nunca, somos conscientes que la salud del planeta es también la salud de quienes lo habitamos. h. A pesar de las condiciones de aislamiento, la pandemia del COVID-19 ha reflejado la existencia de valores humanos fundamentales ante la adversidad y sufrimiento del prójimo, generando reacciones de solidaridad, entrega y agradecimiento hacia quienes nos cuidan. |
Bases para un renacimiento sostenible desde América Latina
1. El conocimiento científico debe sustentar las decisiones. La ciencia, como base de conocimiento para la gestión de riesgos y amenazas globales, debe orientar la cooperación y las decisiones políticas, económicas y ambientales. La inversión en investigación y desarrollo, tanto en la prevención de estos riesgos planetarios, así como en las soluciones posibles debe estar en el centro de las prioridades económicas de entidades públicas y del sector privado. 2. La solidaridad debe guiar la respuesta ante las crisis globales. Para un renacimiento sostenible, debemos reconocer nuestra interdependencia entre seres humanos y con la naturaleza y promover la salud del sistema Tierra, basados en la solidaridad, la cooperación y la complementariedad entre nosotros. 3. Avanzar hacia una economía del bienestar no sólo del crecimiento. Para un renacimiento sostenible, las decisiones sobre “los planes de estímulo económico” en las estrategias de salida de la crisis económica generada por esta pandemia son definitorias. Es necesario asegurar que fortalezcan nuestra capacidad de resiliencia, restauren los sistemas naturales y aceleren la transición hacia una economía del bienestar dentro de los límites planetarios. 4. Renovar los compromisos climáticos y de biodiversidad en el marco de los Objetivos de Desarrollo Sostenible (ODS). Debemos reforzar el ciclo de ambición del Acuerdo de París, la reformulación de las metas de Aichi a través del Marco Global para la Biodiversidad Post-2020 del Convenio sobre la Diversidad Biológica y el cumplimiento de los Objetivos de Desarrollo Sostenible como un compromiso central hacia 2030. La postergación temporal de ambas Conferencias de las Partes no altera la responsabilidad climática ni la requerida para enfrentar la pérdida de naturaleza, especies y ecosistemas. Es prioritario vincular los planes económicos de recuperación con las Estrategias de Largo Plazo de “Emisiones netas Cero”, acelerando la transición energética, las soluciones basadas en la naturaleza y el desarrollo de una sociedad resiliente y dentro de los límites del planeta. |
5. Poner el desarrollo de la tecnología al servicio de las soluciones y encuadrada en los principios democráticos, el respeto a los derechos humanos y el derecho a la privacidad de la información. 7. Desarrollar nuevos modelos de negocios que integren objetivos económicos, ambientales y sociales. En el renacimiento de una nueva economía que aspire a ser sostenible, el papel del sector empresarial es crucial. La existencia de miles de empresas que se han propuesto redefinir el sentido del éxito de sus negocios, integrando a su actividad económica objetivos ambientales y sociales, es una señal de que es posible encaminarnos hacia una economía circular donde nada sobre. Es hora de invertir decididamente en el ingenio humano y en las tecnologías de la regeneración, donde la empresa aporte capital financiero y humano, consciente de su enorme capacidad y responsabilidad de generar al mismo tiempo rentas sociales, ambientales y bienestar económico.
Por un futuro sostenible, el 27 de mayo de 2020, proponen:
|
Firman:
|
|
|
|
- Ma. Cecilia Wey de Almeida Brito, Brasil, EKOS
- Emilio Méndez Saúl, Guatemala, Nueva Narrativa Guatemala
- Ernesto Moreno, Costa Rica, Presidente Yuxta Energy y de Sistema B América Central y Caribe
- Juan Pedro Piñeirúa, Uruguay, Representante del Grupo Impulso Creativo
- Francine Lemos, Brasil, Directora Ejecutiva sistema B Brasil
- Elisa Patiño, Panamá, Directora Ejecutiva Sistema B Centro América y El Caribe Angela María Camacho, EE.UU., Presidenta Sistema B Internacional
- Alvaro Diaz, Chile, Ex Subsecretario de Economía, Coordinador Foro por Desarrollo Justo y Sostenible
- Andras Uthoff, Chile, Ex Oficial a cargo, División Desarrollo Social, CEPAL
- Kurt Holle, Perú, Director WWF Perú
- Roberto Waack, Brasil, Socio fundador Amata S.A. e Coaliçao Brasil Clima, Florestas e Agricultura
- Ana Tonni, Brasil, Directora Executiva de Instituto Clima e Sociedade, Ex Presidenta de Greenpeace Internacional
- Ana Patricia Muñoz, Ecuador, Directora Grupo Faro